El manejo integral del fuego: Más allá de la supresión

Cuando hablamos del cambio climático, solemos referirnos a la reducción de las emisiones procedentes de la producción de energía, la agricultura, la industria y el transporte. Pero a menudo pasamos por alto un elemento cada vez más importante para cualquier estrategia de adaptación y mitigación del cambio climático: la gestión de los incendios forestales.

Sabemos que los incendios forestales liberan por sí mismos muchas toneladas de carbono a la atmósfera y que la pérdida de cubierta forestal afecta a la futura captura de carbono y a la prestación de servicios ecológicos. Incluso después de que un incendio forestal se extinga por completo, las secuelas siguen dificultando la capacidad de las comunidades para adaptarse al cambio climático. Los incendios matan al ganado y a la fauna de los cuales dependen las familias para alimentarse. La pérdida de vegetación provoca deslaves de tierras que arrasan viviendas, carreteras y ,en algunos casos, cobran vidas. Los incendios contaminan los ríos y arroyos con sedimentos y agravan la sequía debido a la pérdida de árboles que son fundamentales para almacenar y alimentar las aguas subterráneas. Sólo en 2024, Ecuador perdió más de 83.000 hectáreas de bosque y otra vegetación debido a los incendios forestales. Para extinguir estos incendios se vertieron más de 2,5 millones de litros de agua, en una época de sequía extrema y prolongada en el país (1).

Estos impactos acumulativos dejan claro que la supresión y el control no son suficientes. Los dirigentes nacionales y locales deben adoptar un enfoque integral de la gestión de incendios, que vaya más allá del control y la extinción de un incendio una vez iniciado. Pero, ¿qué entendemos por gestión “integrada” de los incendios?

El Manejo Integral del Fuego (MIF) es un enfoque holístico de la gestión de incendios, que considera tanto los aspectos destructivos como los beneficiosos del fuego dentro del contexto natural y humano local. Su objetivo es minimizar los daños causados por los incendios forestales y maximizar sus beneficios ecológicos y económicos.

Sistemas de pronóstico y alerta temprana: Estos sistemas evalúan el riesgo de incendio a escala local en función de los tipos y densidades de combustible (vegetación), la temperatura, la velocidad del viento, la humedad, así como la proximidad a comunidades e infraestructuras críticas. Estos sistemas de alerta temprana permiten a las autoridades situar los recursos de lucha contra incendios donde más se necesitan y alertar a la población del peligro de incendio en un día o una semana determinados.

Prevención: Como en la mayoría de los países, más del 90% de los incendios forestales en Ecuador están causados por la actividad humana, como la quema de residuos agrícolas o basura, y a veces por incendios provocados.  Muchos de estos incendios pueden prevenirse si se educa a la población sobre el riesgo de incendio y su comportamiento, y se le da información sobre el uso seguro del fuego, así como alternativas al uso del fuego para deshacerse de la basura o los residuos agrícolas. Otro elemento importante de cualquier estrategia de prevención es la gestión de los combustibles. Esto se refiere a la reducción o raleo de la vegetación, especialmente de los árboles y arbustos más pequeños y secos, mediante métodos manuales o a través de quemas prescritas. Las quemas prescritas también se utilizan para acabar con las especies invasoras que se han apoderado del paisaje, permitiendo así la regeneración de los ecosistemas nativos.

Fortalecimiento de capacidades y preparación: Muchos países de América Latina, incluido Ecuador, han hecho grandes progresos en los últimos años en el reclutamiento y la formación de bomberos forestales, aumentando la capacidad local de control y extinción. Para maximizar la eficacia y el impacto de las brigadas de bomberos locales, es importante que cada país cuente con un plan de estudios y un sistema de cualificación normalizados a escala nacional. Dichos sistemas promueven la seguridad de los bomberos y aumentan la eficiencia y eficacia de las operaciones de control de incendios al proporcionar un sistema técnico-operativo estandarizado basado en los principios del Sistema de Mando de Incidentes (SCI). De este modo, el personal de distintos organismos y países puede colaborar de forma segura y eficaz en los incendios forestales, ya que hablan el mismo idioma y utilizan los mismos protocolos.

Dentro de un sistema de calificación estandarizado, existen varios niveles de destreza y tareas especializadas. Como mínimo, los bomberos forestales reciben formación básica sobre comportamiento en caso de incendio, seguridad, protocolos de comunicación y gestión de riesgos, así como sobre el uso de herramientas comunes de extinción. Otras habilidades especializadas dentro del sistema pueden incluir formación de liderazgo para jefes de cuadrilla o jefes de brigada, puestos especializados en el uso de motosierras, uso de agua y bombas portátiles, despacho, investigación, quema prescrita, uso de equipos pesados, entre otros.

El Sistema de Mando de Incidentes (SCI) es quizás el componente más importante de un sistema estándar de planes de estudios. El SCI es un enfoque normalizado de la planificación y gestión de incidentes que permite una respuesta coordinada entre múltiples organismos y entre jurisdicciones. Establece procesos comunes y permite el uso de recursos como instalaciones, equipos y personal dentro de una estructura organizativa compartida. El SCI puede utilizarse tanto para emergencias como para sucesos planificados, y se aplica tanto a sucesos a pequeña como a gran escala.

Restauración: Por último, una estrategia MIF debe incluir la respuesta y la restauración tras el incendio. Esto incluye la respuesta de emergencia inmediatamente después de un incendio, así como los esfuerzos de reforestación y restauración a largo plazo. Un equipo de Respuesta de Emergencia en Zonas Quemadas (BAER, por sus siglas en inglés) evalúa rápidamente las zonas quemadas e identifica aquellas en las que los efectos del incendio suponen un riesgo inmediato para las comunidades locales. Luego, toman medidas para estabilizar los suelos replantando las zonas quemadas con especies de crecimiento rápido, evitar la pérdida de suelo y la escorrentía construyendo zanjas de drenaje o barreras contra el flujo de escombros, y hacer frente a los daños en carreteras, caminos y otras infraestructuras esenciales para la seguridad pública y la extinción de incendios.

Los planes de reforestación a medio y largo plazo tras un incendio deben tener en cuenta los factores que influyeron en el riesgo de incendio, así como los modelos climáticos futuros. Aunque siempre se desea restaurar el ecosistema autóctono, puede ser necesario adaptar y ajustar la densidad original, la mezcla de especies y la estructura forestal para mitigar y prevenir futuras pérdidas de hogares y de vidas humanas y animales.

Cuando se aplica como un sistema y un enfoque de gestión del paisaje, el MIF aporta varios beneficios clave: 

  • Reducción del riesgo de grandes incendios catastróficos gracias a la reducción de los combustibles.
  • Mejora de la salud y la resiliencia de los ecosistemas mediante la eliminación de especies invasoras y la recuperación de la vegetación autóctona, y fomenta el crecimiento de especies adaptadas al fuego. 
  • Reducción de los costes asociados a la extinción de incendios forestales y a los daños ocasionados. 
  • Adopción de prácticas de gestión del territorio más sostenibles por parte de las comunidades a través de la educación para la prevención de incendios.

Alder Forest Solutions, junto con su aliado estratégico Consultoría Ambiental y Forestal Integral S.A. de C.V. (CAFISA), ofrece experiencia y asistencia técnica a organismos gubernamentales nacionales y locales y a comunidades en todas estas áreas. Alder y CAFISA suman mas de 20 años de experiencia en la extinción, el control, la prevención y el fortalecimiento de capacidades en materia de incendios forestales. Alder y CAFISA aprovechan la experiencia de docenas de expertos en toda América Latina y los Estados Unidos que tienen décadas de experiencia en el control y extinción de incendios forestales, el comando de incidentes, el desarrollo de políticas públicas relacionadas con el MIF y la participación y educación ciudadana. Estamos comprometidos a contribuir a paisajes más resilientes y a la conservación de los ecosistemas de importancia crítica para las generaciones futuras.

(1) Fuente: Secretaria Nacional de Gestión de Riesgos

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